Por Eduardo Coquet
Con otros, la lucha siempre es con otros, porque solos somos débil junco, que poco puede comparado a la imponente fuerza del juncal, en el que miles de iguales articulan, resisten y defienden su espacio ante fuerzas más duras, vientos, mareas y otros seres, que pugnan por el derecho a ocupar territorio. Ese territorio, que ya no es solo de los juncos, sino ahora del ecosistema que surge en su interior y le otorga fuerza y razón de ser, protegiendo la costa, albergando otras especies y aportando el oxígeno que ayuda a depurar el agua en la que nace y se desarrolla, en armonía con quienes convive. Pero claro, siempre hay otros peligros y otras fuerzas, que resultan invencibles si no hay leyes armónicas que protejan al juncal. Amenaza la pala que arranca de raíz las plantas, sin importarle o tener conciencia, que además del junco está destruyendo un ecosistema, que también protege a quien maneja la herramienta. Necesita, el juncal, de alianzas, empatías, solidaridades, que le permitan seguir aportando soluciones a la comunidad más amplia de la que forma parte. Necesita, el juncal, de una mirada más profunda que el nivel del agua, por el que circulan naves que lo esquivan.
Esto veo, y pienso, cuando pienso al colectivo de jubilados y jubiladas al que pertenezco. El veto a un mísero aumento en los haberes previsionales que promueve la "oposición" y el episodio represivo a manifestantes son una oportunidad para hacernos eco de un conflicto social, visto pasar por las dirigencias sindicales como si nada. Ejes, también, de un debate que hay que promover y sostener en organizaciones sociales, de derechos humanos, estudiantes, diputados, senadores, movimientos y partidos políticos: jubilados somos todos y todas, sólo es cuestión de tiempo, pasivos no son los jubilados, pasivos son quienes no reaccionan a la injusticia.
Como muestra del odio de clase que transpiran, estas derechas repugnantes que hoy nos gobiernan niegan los aumentos y las moratorias previsionales, pero promueven blanqueos y más ganancias para los ricos. Un jubilado con ingresos dignos gasta en turismo, en espectáculos, salidas con amigos, parejas, hijas y nietos. Una jubilada con ingresos dignos tiene espacio para pensar y generar nuevos proyectos, espacios e iniciativas económicas, culturales y políticas, en fin, quienes “ya no trabajan” también aportan al bienestar económico general. Y un viejo y una vieja son saber de las mareas, memoria de río arriba, recuerdos de la inundación. ¿Cuánto valen nuestras palabras, nuestros recuerdos de otras edades? Nos reprimen despiadadamente, como reprimen a quienes se manifiestan en contra de sus políticas de ajuste, porque necesitan reprimir lo comunitario, la visibilidad y la iniciativa popular para sostener su plan socioeconómico-cultural-civilizatorio.
Casi siempre esquivada por una
sociedad que vive mirando el pasado y el presente como fotos que pudieran
detener la película, como existiendo en un cuento maravilloso de eterna
juventud, hermoso pero irreal, la clase “pasiva” necesita de una mirada más profunda.
Y en esta lucha despiadada y desigual, a veces me siento junco, a veces soy
juncal...
Sabía reflexión , hermosamente dicho. Dolorosa experiencia x la q estamos atravesando todos.
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